LA PARADOJA SALARIAL EN LA ERA DEL COVID-19. TRABAJAR PARA GANAR ?
La crisis del COVID-19 está pegando duramente a casi toda la actividad económica (comercial, industrial, de servicios). Si bien algunas actividades han sido menos afectadas o incluso “beneficiadas” -por así decirlo- en esta crisis, está claro que ninguna podrá florecer en un contexto de crisis generalizada. El supermercadismo, la industria de la alimentación y de la limpieza, y algunos servicios esenciales han mantenido su nivel de actividad aunque sus rentabilidades se ven afectadas por la operación menos eficiente que deben desarrollar. Por otra parte, el comercio en general, la mayor parte de la industria (textil, calzado, construcción, automotriz, siderúrgica, entretenimiento, etc.), los servicios relacionados con el turismo, la hotelería y los viajes, así como las actividades profesionales independientes, entre tantas otras, están sufriendo muy duramente la crisis.
En este contexto general, el primer efecto que se observa, es que la posibilidad de afrontar el pago total de salarios y beneficios por un período indeterminado de inactividad se vuelve casi una quimera. Aunque se quiera, tal vez no se pueda.
Evidentemente, la crisis afecta de forma disímil a cada actividad y empresa. Como consecuencia, las acciones que cada una está llevando adelante depende de su situación particular y de la propia política de gestión de las personas que cada una posea. Como reacción general se observó una tendencia a tratar de responder en lo inmediato (para marzo) y a evaluar muy rápidamente cómo lo harán en adelante. Son pocas las empresas que están afirmando estar en condiciones de SOSTENER el status quo como si no pasara nada. Se encuentran preocupadas, tanto por proteger la salud de sus empleados (es remarcable como algunas han ido profundizando las medidas) como por asegurar la supervivencia de la organización, escuchándose más conversaciones sobre regresión que progresión compensatoria (más reducción que aumentos de salarios).
Un segundo efecto es que pareciera que las formalidades han quedado sobrepasadas, relegadas por el avance de la crisis. Si bien los Decretos de Necesidad y Urgencia dictados por el Poder Ejecutivo (así como toda la batería de medidas de emergencia) han intentado -a nuestro juicio correcta y oportunamente- frenar la ola de posibles despidos y suspensiones, el imperio de la realidad está propiciando el avance de situaciones de hecho.
Los pequeños comerciantes y las PyME se están debatiendo entre subsistir como puedan o definitivamente cerrar sus puertas. Allí lamentablemente son muchos los casos de salarios sub-declarados que están quedando de facto acotados al cobro únicamente de la parte en blanco (incluso en cuotas y tardíamente), además de apelarse a todo tipo de alternativas (como canje de vacaciones y feriados por días de cuarentena, licenciamientos part-time consensuados, corte de beneficios, etc.). Además de ello, muchos trabajadores ven sus salarios reducidos a la parte fija (al llamado mínimo asegurado) porque los variables directamente no se generan ante la inactividad económica (no hay devengamiento de comisiones, ni habilitaciones, ni participaciones, etc.).
Las grandes empresas, aunque detentan una mayor posibilidad de resistencia, han quedado en muchos casos “ abandonadas de apoyo corporativo” (dado la dimensión global de esta crisis que también las afecta en otras localizaciones y casas matrices) y también se han lanzado a la búsqueda de fórmulas que le permitan atenuar el efecto de la crisis, a través de los mecanismos variados, en general más consensuados y basados en la filosofía del esfuerzo compartido, para bajar los costos sosteniendo los puestos de trabajo (principalmente, negociación de suspensiones acordadas y reducciones de jornadas). Por el momento no se evidencian despidos masivos, pero no pueden descartarse en un futuro cercano.
De los beneficios tal vez debamos olvidarnos.
El pago de bonos pareciera una discusión de ricos, cuando se debate entre la
vida y la muerte de la organización. Algunas empresas se plantean qué
hacer, en el caso de aún no haberlo pagado (cuando se haya devengado en el
período anterior) y nada está claro con un futuro tan incierto y una crisis que
parece no tener un horizonte claro de finalización.
Casi de forma tan inédita como esta propia crisis, el aumento de salarios NO
está en la agenda de las organizaciones en estos meses. El recorte de salarios
y/o del costo laboral total es el centro de la conversación.
Más allá que la dicotomía entre Salud o Economía no sea tal en plano de la política macroeconómica, observamos que la misma cobra sentido en el análisis microeconómico reinante, pues hay un tema de continuidad empresaria que pone en riesgo el mantenimiento mismo de la fuente de trabajo.